jueves, 11 de septiembre de 2008

Ser dios es estar envenenado

En el éxtasis no estoy solo. Soy como los niños o como los perros que se superan cuando tienen espectadores de sus gracias. Soy un histrión que necesita un público.
El éxtasis es estar envenenado. Ser dios es estar envenenado. El veneno es la sustancia de que está hecho Dios. Dame otra copa de veneno. Veneno igual a euforia, igual a fuerza, igual a la locura.
Laberinto. Laberinto. Tengo el hilo para salir del laberinto. Pecera. Acuario. ¿Soy pez? ¿Soy el visitante del acuario? Me río. ¿Por qué sé que me río? Porque me río haciendo burbujas, porque yo mismo soy una burbuja, una burbuja como una pompa de jabón, una burbuja irisada, una burbuja de plástico, un globo traslúcido, una retorta, una esfera que rueda, que rueda con otras esferas, con millones de esferas y caen, indefinidamente caen, indefinidamente resbalan en el espacio oscuro.
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Fernando Benítez, Los hongos alucinantes, capítulo 3: Delirios y éxtasis, editorial Era, 1964

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