Hace cincuenta años se designaba al nuevo presidente tiempo antes de las elecciones, desde el gabinete, como al jefe el general o el capo al familiar: con la certeza mecánica de nombres designados en escalones inmediatos.
Hoy en día nos gusta creer que no existe dicha certeza. Que podemos elegir, que todo puede pasar y que, por el bien del país, no los dejaremos volver.
Por alguna razón, parece que aún puede ser diferente. Parece.
Hoy en día nos gusta creer que no existe dicha certeza. Que podemos elegir, que todo puede pasar y que, por el bien del país, no los dejaremos volver.
Por alguna razón, parece que aún puede ser diferente. Parece.