martes, 5 de junio de 2012

¿Quieres provocar una tormenta?

-¡Mira -exclamó al comenzar su carrera hacia el árbol-, es como en mi sueño!
A su pie comenzó a remover las raíces, como si buscara algo. Mi caminar, calmo, me dio tiempo para examinarlo: el tronco, que era delgado y carecía de ramas, se extendía hacia una copa irregular pero frondosa, con una notoria prominencia cuyo peso jorobaba la porción superior del tronco. Más adelante me percaté que se trataba del primero ante un bosque idéntico.
Al pie del árbol, el doblez parecía una ilusión causada por la altura. El tronco aparentaba estar suspendido sobre el suelo, pues las raíces pequeñas ya se encontraban fuera de la tierra, sin embargo la raíz más gruesa aún lo encadenaba. Al percatarse que no podría arrancarla, buscó desgarrarla con las uñas, y ésta, como una cuerda rota en tensión, comenzó a perder fibras mecánicamente.
-¿Tardarás? -pregunté intrigado por su hacer. Pero no hubo respuesta, ya que en un instante la raíz se partió y emitió una chispa blanca y estridente que nos arrojó de espaldas. La copa se sacudió, derramó algunas hojas y lentamente dejó que el viento la empujara por encima del bosque, arrastrando detrás el tronco flácido, que aún destellaba electricidad.
-Parece una nube que escupe un trueno -comenté con la mirada hacia arriba-, pero seamos realistas: se trata de una idea.